El Naveg@nte

EN MEDIO DEL OCÉANO, AL OESTE DE NINGUNA PARTE

Sin brújula, ni sextante, ni estrellas en la noche que iluminen mi camino, tan sólo una luz tenue allá en el fondo. Por más que me acerco nunca llego a ella. A veces se desvanece un instante, desaparece el velo que la oculta y vuelve a mostrar su luz inquietante e insinuadora. Me atrae, me cautiva, me inspira deseos ocultos y luego huye de mi, se escapa y me deja a la deriva nuevamente.

El navegante cansado de soñar abre sus ojos, pero está sólo, un mar inmenso le rodea, un mar hambriento le devora. ¿Por qué a mi?, piensa para sus adentros. Llora sangre dentro de su alma, grita al silencio que lo envuelve y al final sus fuerzas se escapan hundiéndose en lo más profundo de su miseria.

Ya no hay esperanza, el mar es paciente y lo espera, sólo es cuestión de tiempo, un tiempo que ya no puede medir. Poco a poco se hunde, se retuerce y gime. Sus ojos inundados le recuerdan que está vivo, aún. El frío de la noche y el océano le queman terriblemente la garganta con una lenta agonía que acaba de empezar.

De pronto su pecho le recuerda el latido de su propio corazón que parece querer salir destrozándoselo. El recuerdo ya no existe, la visión ni siquiera es ya borrosa, sólo una mancha oscura y detrás el olvido.

El navegante ha perdido el conocimiento, unos minutos de descanso a la mente, antes de que su vida se desvanezca por completo. La luna lo observa escondida, tímida y malévola a la vez, pero sin remordimientos. La bruma se aleja hacia el oeste y al fondo, una mano se niega a precipitarse al vacío del abismo de las aguas, pide auxilio en un último intento desesperado por salvar al resto de su cuerpo que la hunde con él.

No te rindas, no dejes escapar tu vida y la mía por no encontrarle sentido, grita la mano desesperada a su cuerpo. En su cabeza explotaron las palabras devolviendo al navegante a otro estado de conciencia, a un mareo nauseabundo de sal, sangre y saliva. En su mente creyó oir voces que le susurraban lejanas.

Por extraño que parezca es tu mano la que te habla, el último resto de tí que lucha por que te aferres a la vida y veas que todos vivimos por algo. Yo sólo existo si tu vives, sólo evoluciono si tu reflexionas, sólo siento si tu amas.

Tu me enseñaste que en el camino no hay cruces, hay opciones; que cuando se alcanza una meta se consigue una esperanza. Me enseñaste a ver las cosas por dentro mientras las tocaba por fuera, a conocer mi sexo y el de tus amantes de fin de semana. Sentir como la piel se eriza por una caricia, se tensa y se calma, se ahoga despacio en un sudor jadeante de ansia. Entrelazar los dedos en su pelo como peine que trenza migajas, tantas sensaciones que tengo no puedo dejar escaparlas. Si tu mueres, yo muero, si te hundes me hundo.

Pero tampoco tu sentirás: ni el tacto del lienzo de arpillera aún virgen de colores por mezclar, ni el dolor que transmiten mis dedos tras horas de apretar una pluma que siembra de pensamientos tu papel, ni el húmedo montículo que encuentras al girar por sus caderas descendiendo hacia el placer …

De repente, el mar embravecido sacudió con fuerza a nuestro herido navegante, lo despertó de un sueño de etílica locura al ver como una de sus manos lo hizaba por la otra, le arrancaba la cara del agua y le dejaba ver tiera firme a los lejos. Una esperanza, un nuevo camino, una opción para escoger, más tiempo para vivir y un alma aún por entregar.

El despertar fue cálido, una ligera brisa rozaba sus mejillas. Sus ojos aún cansados se negaban a salir ante la luz que lo invadía. Su cuerpo hecho jirones se quejaba en silencio y su mente turbia de angustia empezaba a recordar.

Instintivamente acerco su mano a la cicatriz del neuroimplante, cerca del visor, antes de desconectarlo para volver a la realidad física dio un último vistazo para comprobar con alivio que el océano de los bits volvia a ser como antes, dispar, lleno de vida y libre.

04 de Mayo de 2041

Después de haber ido estrechando el círculo del poder y la censura cada vez más sobre el cuello de la gente, el ansía por el control absoluto continuaba aplastando todo lo que tocaba. Primero fue la prohibición para compartir cualquier elemento digital o físico dentro y fuera de la RED independientemente de su procedencia y uso.

Más tarde se prohibió que circulase cualquier fragmento de código no registrado y autorizado. Después fue la gran persecución de cualquier programador independiente que no cooperase o no formase parte de la alianza sobre el control mundial de la información.

Cuando el genoma humano fue totalmente decodificado el siguiente paso fue su recodificación. Se instauró a nivel mundial la colocación de los neuroimplantes como sustitutos de las obsoletas TID (Tarjetas de Identificación Digital). De esta forma el acceso a la RED y su control sería absoluto, aunque lo vendieron a la gente como una forma fácil y segura para gestionar su vida, su seguridad y su salud, de todas formas no dejaron opción. Aves de rapiña volaron en círculo esperando que acabase el proceso.

El e-comercio sería un buen pastel a repartir nuevamente. Con los hackers fuera de circulación los que formasen parte de la nueva alianza, la “EAGS” (la sociedad mundial de gestión y acceso electrónico) estarían bien tranquilos. Lo que comenzó a principios de 2000 como un rumor extendido y deformado, tratando a los navegantes de la red como delincuentes se convirtió en ley cuando no hubo suficientes voces para desmentirlo.

Por fortuna permanecieron voces que no quisieron callar. Se reescribieron billones de líneas de código entre programadores exiliados que nunca se dejaron neuroimplantar y utilizaron viejos visores estereoscópicos de acceso a la red para pasar inadvertidos y volver a sembrar una semilla que hiciese crecer la esperanza. Sólo si la gente volvía a creer en ellos y en si mismos, sólo si una gran mayoría fuese capaz de pedir una nueva realidad libre de ataduras, sólo entonces caerían los cimientos del asedio a la cordura.

El navegante fue salvado de su muerte gracias a su fé y a la de muchos como él. El código libre, sin registros ni protecciones fue más grande que la argolla que querian colgar de su cuello para hundirlo por siempre en un océano repleto de arcadas provocadas por el miedo y la frustación.

El navegante dio un último vistazo a su alrededor antes de quitarse su visor y desconectarse de la red para alimentar su cuerpo y su alma. Especies antiguas y nuevas se desparramaban por la superficie y bajo ella, formando nuevamente un tejido compacto y maleable que cambiaba de forma a cada instante. Aires de esperanza surcaban el cielo en busca de ser compartidos, modificados y renovados.

El código era libre nuevamente, la información volvia a ser global. La sombra de la “EAGS” habia desaparecido por completo y con ella sus grilletes y su control de todos los que nuevamente formaban parte de la red de redes, del océano de bits que volvía a ser navegable, con sus oscuros y luminosos rincones, con lo bueno y lo malo en perfecto equilibrio y armonía, una sutil naturaleza formada por millones de ideas que se entrelazaban formando la RED.

Una cálida brisa entraba por la ventana entreabierta del piso treinta y seis del pequeño cuarto en el que vive el navegante. Sus paredes sombrías le parecieron acogedoras y su catre desecho un apacible lugar para descansar en busca de nuevos viajes.

Hasta pronto N@vegante

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